Sión y Jerusalén, Julio 1 del 2013
Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.
Gabriel Flores comenta en la arena pública
“El ser humano definitivo nunca esta bien, siempre luchamos por obtener algo: material, económico, sentimental, espiritual. Ya que pensamos que esto nos hará mas felices. Mi pregunta es: ¿Por qué una vez que lo obtenemos nos sentimos igual? Será que buscamos lo que creemos nos hará feliz pero no sabemos lo que realmente nos provoca la felicidad? O Simplemente la felicidad es momentánea. Al final creo que el ser humano es inconforme y siempre quiere más o si no algo diferente.”
Si solamente en esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más dignos de lástima de todos los hombres.
1 Corintios 15: 19
EL HOMBRE EN BUSCA DE LA FELICIDAD.
Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo.
(Libro de Mormón | 2 Nefi 2:25)
Gabriel a eso que tú describes se le llama perdida de felicidad y ocurre cuando alguien nos despoja de la luz y la verdad. Es por eso que uno se siente igual o robado. Y uno se convierte en nubes que no cargan agua o en vasijas de barro rotas que no pueden contener nada. Y cuando estamos separados de Dios andamos como barco a la deriva o de puerto en puerto llevados por las olas del viento o por las falsas doctrinas y filosofías de los hombres que por mas que nos esforcemos por aprender de ellas, salvo que sean dadas por el espíritu santo, nunca llegamos al conocimiento de la verdad. Y como tu dices nos quedamos igual. Y si no nos percatamos de nuestra terrible realidad, tarde o temprano somos estrellados en los rocosos arrecifes como las olas del mar ente las piedras.
¡Oh ese sutil plan del maligno! ¡Oh las vanidades, y las flaquezas, y las necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben por sí mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve; y perecerán. Pero bueno es ser instruido, si hacen caso de los consejos de Dios.
(Libro de Mormón | 2 Nefi 9:28 - 29)
La perdida de la felicidad o la impotencia de contenerla es el resultado de la desobediencia a los mandamientos de Dios y de las tradiciones de nuestros padres que no son correctas. Que triste es no saber nuestra verdadera identidad, de donde venimos y a donde vamos, porque sin dirección definida no importa que camino tomemos. Todo se vuelve un círculo vicioso y contraproducente porque todo ser caído y perdido que no tiene puntos de referencia, ni mapa o directores o brújula camina en círculos. Y mas triste aun haber viajado sin rumbo y haber invertido toda una vida para perderlo todo, aun la familia. Porque cuando llega la muerte porque hasta cuando los hombre se casan con la persona ideal y la que los hará mas felices o mas infelices, se les dice hasta que la muerte los separe. Unos son separados en esta vida por trivialidades, pero esto no debería ser así y por eso existe el evangelio restaurado que repara esa vasija rota, llena nuestra lámpara espiritual de luz y verdad, incrementa nuestras posibilidades de Gozo en esta vida y en la venidera. Porque escrito esta
La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad. La luz y la verdad desechan a aquel inicuo. Todos los espíritus de los hombres fueron inocentes en el principio; y habiéndolo redimido Dios de la caída, el hombre llegó a quedar de nuevo en su estado de infancia, inocente delante de Dios. Y aquel inicuo viene y despoja a los hijos de los hombres de la luz y la verdad, por medio de la desobediencia, y a causa de las tradiciones de sus padres. Pero yo os he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad.
(Doctrina y Convenios | Sección 93:36 - 40)
Por tanto, no temáis ni aun a la muerte; porque en este mundo vuestro gozo no es completo, pero en mí vuestro gozo es cumplido.
(Doctrina y Convenios | Sección 101:36)
Porque el hombre es espíritu. Los elementos son eternos; y espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo; y cuando están separados, el hombre no puede recibir una plenitud de gozo.
(Doctrina y Convenios | Sección 93:33 - 34)
Cuando nosotros enseñamos la verdad como en este día, sabemos que las personas sienten en su corazón que lo que le decimos es verdadero y que viene de Dios porque satisface, el cuerpo, la mente y el corazón, o el espíritu de Dios nos da paz y gozo en el lama y nos impulsa a creer, pero si no hacemos nada con esa información que se nos da, luego, luego viene alguien o el espíritu del diablo y les pone duda en sus mentes y en sus corazones; y sigilosa y astutamente dice a esas personas que no lo crean y les quita la palabra de Dios o la luz y la verdad que se les ha impartido. Ha sido así desde el principio aun desde el tiempo de Adán.
Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siempre, para que así como has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran. Y Adán bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y empezó a profetizar concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi trasgresión se han abierto mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios. Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó, diciendo: De no haber sido por nuestra trasgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes. Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas.
Y Satanás vino entre ellos, diciendo: Yo también soy un hijo de Dios; y les mandó, y dijo: No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos.
Y Dios el Señor llamó a los hombres en todas partes, por el Espíritu Santo, y les mandó que se arrepintiesen; y cuantos creyeran en el Hijo, y se arrepintieran de sus pecados, serían salvos; y cuantos no creyeran ni se arrepintieran, serían condenados; y las palabras salieron de la boca de Dios como firme decreto; por consiguiente, se cumplirán.
(Perla de Gran Precio | Moisés 5:9 - 15)
Pero si las personas siguen los consejos de Dios por medios de sus siervos escogidos, los profetas, ejercitando la fe en Jesucristo para arrepentimiento sincero y se bautizan por inmersión para la remisión de pecados por alguien que tiene autoridad en su iglesia restaurada, entonces se les da el don del espíritu santo por medio de la imposición de manos y el testimonio de la verdad se queda grabado para siempre en nuestro corazón y nadie, salvo nuestra propia iniquidad lo puede borrar.
Ahora bien, si el Cordero de Dios, que es santo, tiene necesidad de ser bautizado en el agua para cumplir con toda justicia, ¡cuánto mayor es, entonces, la necesidad que tenemos nosotros, siendo pecadores, de ser bautizados, sí, en el agua! Y ahora, quisiera preguntaros, amados hermanos míos, ¿cómo cumplió el Cordero de Dios con toda justicia bautizándose en el agua? ¿No sabéis que era santo? Mas no obstante que era santo, él muestra a los hijos de los hombres que, según la carne, él se humilla ante el Padre, y testifica al Padre que le sería obediente al observar sus mandamientos.
Por tanto, después que fue bautizado con agua, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Y además, esto muestra a los hijos de los hombres la angostura de la senda, y la estrechez de la puerta por la cual ellos deben entrar, habiéndoles él puesto el ejemplo por delante.
Y dijo a los hijos de los hombres: Seguidme. Por tanto, mis amados hermanos, ¿podemos seguir a Jesús, a menos que estemos dispuestos a guardar los mandamientos del Padre? Y el Padre dijo: Arrepentíos, arrepentíos y sed bautizados en el nombre de mi Amado Hijo.
Y además, vino a mí la voz del Hijo, diciendo: A quien se bautice en mi nombre, el Padre dará el Espíritu Santo, como a mí; por tanto, seguidme y haced las cosas que me habéis visto hacer.
Por tanto, amados hermanos míos, sé que si seguís al Hijo con íntegro propósito de corazón, sin acción hipócrita y sin engaño ante Dios, sino con verdadera intención, arrepintiéndoos de vuestros pecados, testificando al Padre que estáis dispuestos a tomar sobre vosotros el nombre de Cristo por medio del bautismo, sí, siguiendo a vuestro Señor y Salvador y descendiendo al agua, según su palabra, he aquí, entonces recibiréis el Espíritu Santo; sí, entonces viene el bautismo de fuego y del Espíritu Santo; y entonces podéis hablar con lengua de ángeles y prorrumpir en alabanzas al Santo de Israel.
Mas he aquí, amados hermanos míos, así vino a mí la voz del Hijo, diciendo: Después de haberos arrepentido de vuestros pecados y testificado al Padre, por medio del bautismo de agua, que estáis dispuestos a guardar mis mandamientos, y habéis recibido el bautismo de fuego y del Espíritu Santo y podéis hablar con una nueva lengua, sí, con la lengua de ángeles, si después de esto me negáis, mejor os habría sido no haberme conocido.
Y oí la voz del Padre que decía: Sí, las palabras de mi Amado son verdaderas y fieles. Aquel que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Y ahora bien, amados hermanos míos, por esto sé que a menos que el hombre persevere hasta el fin, siguiendo el ejemplo del Hijo del Dios viviente, no puede ser salvo.
Por tanto, haced las cosas que os he dicho que he visto que hará vuestro Señor y Redentor; porque por esta razón se me han mostrado, para que sepáis cuál es la puerta por la que debéis entrar. Porque la puerta por la cual debéis entrar es el arrepentimiento y el bautismo en el agua; y entonces viene una remisión de vuestros pecados por fuego y por el Espíritu Santo. Y entonces os halláis en este estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna; sí, habéis entrado por la puerta; habéis obrado de acuerdo con los mandamientos del Padre y del Hijo; y habéis recibido el Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, para que se cumpla la promesa hecha por él, que lo recibiríais si entrabais en la senda.
(Libro de Mormón | 2 Nefi 31:5 - 18)
Y ahora bien, como decía concerniente a la fe: La fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenéis fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas. Y ahora bien, he aquí, ahora os digo, y quisiera que recordaseis, que Dios es misericordioso para con todos los que creen en su nombre; por tanto, él desea ante todo que creáis, sí, en su palabra. Y ahora bien, él comunica su palabra a los hombres por medio de ángeles; sí, no sólo a los hombres, sino a las mujeres también. Y esto no es todo; muchas veces les son dadas a los niños palabras que confunden al sabio y al erudito.
Y ahora bien, amados hermanos míos, ya que habéis deseado saber de mí qué debéis hacer, porque sois afligidos y desechados —y no quiero que penséis que es mi intención juzgaros sino de acuerdo con lo que es verdad— porque no quiero decir que todos vosotros habéis sido compelidos a humillaros; porque verdaderamente creo yo que entre vosotros hay algunos que se humillarían, pese a las circunstancias en que se hallaran. Pues como dije acerca de la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con mis palabras. No podéis, al principio, saber a la perfección acerca de su veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto.
Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras.
Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí.
He aquí, ¿no aumentaría esto vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto.
(Libro de Mormón | Alma 32:21 - 29)
Mas he aquí, al paso que la semilla se hincha y brota y empieza a crecer, entonces no podéis menos que decir que la semilla es buena; pues he aquí, se hincha y brota y empieza a crecer. Y, he aquí, ¿no fortalecerá esto vuestra fe? Sí, fortalecerá vuestra fe, porque diréis: Sé que ésta es una buena semilla; porque, he aquí, brota y empieza a crecer. Y he aquí, ¿estáis seguros ahora de que es una semilla buena? Os digo que sí; porque toda semilla produce según su propia especie.
Por tanto, si una semilla crece, es semilla buena; pero si no crece, he aquí que no es buena; por lo tanto, es desechada. Y he aquí, por haber probado el experimento y sembrado la semilla, y porque ésta se hincha, y brota, y empieza a crecer, sabéis por fuerza que la semilla es buena. Y ahora bien, he aquí, ¿es perfecto vuestro conocimiento? Sí, vuestro conocimiento es perfecto en esta cosa, y vuestra fe queda inactiva; y esto porque sabéis, pues sabéis que la palabra ha henchido vuestras almas, y también sabéis que ha brotado, que vuestro entendimiento empieza a iluminarse y vuestra mente comienza a ensancharse. Luego, ¿no es esto verdadero? Os digo que sí, porque es luz; y lo que es luz, es bueno, porque se puede discernir; por tanto, debéis saber que es bueno; y ahora bien, he aquí, ¿es perfecto vuestro conocimiento después de haber gustado esta luz? He aquí, os digo que no; ni tampoco debéis dejar a un lado vuestra fe, porque tan sólo habéis ejercitado vuestra fe para sembrar la semilla, a fin de llevar a cabo el experimento para saber si la semilla era buena. Y he aquí, a medida que el árbol empiece a crecer, diréis: Nutrámoslo con gran cuidado para que eche raíz, crezca y nos produzca fruto. Y he aquí, si lo cultiváis con mucho cuidado, echará raíz, y crecerá, y dará fruto.
Mas si desatendéis el árbol, y sois negligentes en nutrirlo, he aquí, no echará raíz; y cuando el calor del sol llegue y lo abrase, se secará porque no tiene raíz, y lo arrancaréis y lo echaréis fuera. Y esto no es porque la semilla no haya sido buena, ni tampoco es porque su fruto no sea deseable; sino porque vuestro terreno es estéril y no queréis nutrir el árbol; por tanto, no podréis obtener su fruto. Y por lo mismo, si no cultiváis la palabra, mirando hacia adelante con el ojo de la fe a su fruto, nunca podréis recoger el fruto del árbol de la vida. Pero si cultiváis la palabra, sí, y nutrís el árbol mientras empiece a crecer, mediante vuestra fe, con gran diligencia y con paciencia, mirando hacia adelante a su fruto, echará raíz; y he aquí, será un árbol que brotará para vida eterna. Y a causa de vuestra diligencia, y vuestra fe y vuestra paciencia al nutrir la palabra para que eche raíz en vosotros, he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto, el cual es sumamente precioso, y el cual es más dulce que todo lo dulce, y más blanco que todo lo blanco, sí, y más puro que todo lo puro; y comeréis de este fruto hasta quedar satisfechos, de modo que no tendréis hambre ni tendréis sed. Entonces, hermanos míos, segaréis el galardón de vuestra fe, y vuestra diligencia, y paciencia, y longanimidad, esperando que el árbol os dé fruto.
(Libro de Mormón | Alma 32:30 - 43)
Asi que mis amados hermanos cultivemos para cosechar con una fe y esperanza perfecta que si hacemos lo que Dios nos manda, podremos con firmeza y esperanza esperar en una felicidad perfecta y completa en esta vida y en el mundo venidero cuando termine nuestra jornada en esta tierra y gozar . Porque si solo en esta vida tenemos esperanza de lograr algo en Cristo, donde todo es pasajero, incluyéndola lo mas precioso que es la vida misma, entonces podemos considerarnos los mas miserables de los hombres.
Si solamente en esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más dignos de lástima de todos los hombres.
1 Corintios 15: 19
Y ahora bien, amados hermanos míos, después de haber entrado en esta estrecha y angosta senda, quisiera preguntar si ya quedó hecho todo. He aquí, os digo que no; porque no habéis llegado hasta aquí sino por la palabra de Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando íntegramente en los méritos de aquel que es poderoso para salvar. Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna. Y ahora bien, amados hermanos míos, ésta es la senda; y no hay otro camino, ni nombre dado debajo del cielo por el cual el hombre pueda salvarse en el reino de Dios. Y ahora bien, he aquí, ésta es la doctrina de Cristo, y la única y verdadera doctrina del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, que son un Dios, sin fin. Amén.
(Libro de Mormón | 2 Nefi 31:19 - 21)
Entonces al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Y Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la hermandad, y en el partimiento del pan y en las oraciones.
Y a toda persona le sobrevino temor, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Y todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas; y vendían sus posesiones y sus bienes, y lo repartían a todos, según la necesidad de cada uno. Y perseveraban unánimes cada día en el templo y, partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que iban siendo salvos.
Hechos 2: 37-44
He aquí las aguas de Mormón (porque así se llamaban); y ya que deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras; sí, y estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo, y ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis, aun hasta la muerte, para que seáis redimidos por Dios, y seáis contados con los de la primera resurrección, para que tengáis vida eterna; os digo ahora, si éste es el deseo de vuestros corazones, ¿qué os impide ser bautizados en el nombre del Señor, como testimonio ante él de que habéis concertado un convenio con él de que lo serviréis y guardaréis sus mandamientos, para que él derrame su Espíritu más abundantemente sobre vosotros?
(Libro de Mormón | Mosíah 18:8 - 10)
Este es un tiempo para escoger
“No es suficiente desearlo, no es suficiente soñarlo, no es suficiente prometerlo, no es suficiente aplaudirlo, literalmente tenemos que hacerlo.”
Thomas S. Monson.
Y de esto testifico solemnemente porque lo vivo y porque lo practico y porque lo enseño como uno que tiene autoridad en el en el sagrado nombre de Jesucristo, Amen.
Miguel Angel Tinoco Rodriguez
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